Bova: pueblo hospitalario y acogedor.
Dejando atrás la ciudad de Reggio Calabria, continúo siguiendo la punta de la bota bañada por las aguas azules del mar Mediterráneo frente a Sicilia.
En algún momento dejo la costa para ir hacia el interior y camino por las curvas de la carretera rodeada de montañas que parecen papel maché. Diez minutos y llego a Bova: un presebre con sus luces que calientan las casas.
Bova, en el corazón del Parque de Aspromonte, es la capital de la Calabria “Griega”, un lugar donde las tradiciones y la cultura del pasado resurgen con insistencia. En la entrada del pueblo hay un panel donde está impresa la frase, en el doble idioma, griego de Calabria y italiano, Kalos Irtete stin Chora – Benvenuti in questo paese (Bienvenido a este país).
Inmediatamente me siento bienvenida: algunos perros divertidos y alegres se encuentran por los callejones y después llego a la plaza pequeña rodeada por la farmacia y el bar donde se reúnen los 200 habitantes de esto pueblo.
Antes de llegar a la plaza, tengo curiosidad por una antigua locomotora de vapor dedicada a los ferroviarios italianos: un monumento de arqueología industrial.
Alessandra y Pietro, dueños de uno de los B&B de la red de hospitalidad creada en Bova, esperan mi llegada y me reciben en su casa, usada como recepción, ofreciendo una taza de té y galletas. Durante mi corta estancia, ellos continuarán mimando cada mañana con dulces sorpresas.
Por la noche ceno en un restaurante que prepara platos tradicionales (carne de cabra y ”lestopitta”, pan típico de la gastronomía local) y donde se juega “tarantella” en vivo. Aquí encuentro algunos turistas suizos excursionistas que llegaron a esta área para visitar los puebecitos de Roghudi, Palizzi, Pentedattilo.
El día siguiente voy hacia el interior hasta 1200 metros y continuo hacia la Roca del Dragón, una gran piedra que según la leyenda solía alimentar a un hipotético monstruo guardián de un tesoro. La leyenda narra también que quien se acercaba se precipitaba en el arroyo, empujado por una ráfaga de viento. Acerca hay otras formaciones rocosas extrañas llamadas “Ta vrastucia” (Las Calderas de leche) que servían según la leyenda para alimentar al dragón.
Volviendo a Bova, tengo la suerte de encontrar una empresa de cultivo de manzanas y después de un paseo a través de los árboles frutales, quedo aquí para gustar los platos típicos preparados con las manzanas y los vegetales de la granja. Por fin los dueños me dan un tarro de marmelada de manzanas muy sabroso.
El último día, trepo hasta el punto más alto de Bova a través de calles estrechas entre palacios y casas de piedra reformadas según el estilo típico de este lugar. Encima está la Cueva de los Enamorados donde según la tradición la gente se promete “amor eterno”. Hay una vista maravillosa de las montañas del Aspromonte, del rio Amendolea hasta el mar azul y de la Costa Este de la Sicilia donde se destaca la cima nevada del volcán Etna.
Atmósferas de otros tiempos y paisajes fascinantes: todo esto es Bova!
Brunella Brusco
Viaja a Calabria! Contáctenos